Ecuador se encuentra en la antesala de una nueva jornada electoral. El próximo 13 de abril los ciudadanos acudirán a las urnas para elegir un nuevo presidente en un contexto de polarización política, crisis económica y sobre todo una batalla informativa donde la verdad se pone en juego. La desinformación se ha convertido en una herramienta de manipulación capaz de alterar la percepción de la realidad y condicionar el voto de miles de personas.

Un estudio de la Universidad de Oxford en 2023 reveló que América Latina es una de las regiones más vulnerables a la desinformación en periodos electorales. Ecuador no es la excepción. La propagación de información falsa en redes sociales, la manipulación de imágenes y videos, así como el uso de la inteligencia artificial para crear contenido fraudulento, amenazan con distorsionar el debate público y socavar la confianza en el proceso electoral.

La desinformación no solo confunde a los votantes, sino que también impacta negativamente en la gobernabilidad y estabilidad del país.

Existen tres grandes consecuencias de su proliferación en la campaña electoral ecuatoriana. La primera es la deslegitimación del proceso electoral. La circulación de información falsa sobre el Consejo Nacional Electoral, las encuestas y los candidatos genera dudas sobre la transparencia del sufragio. Casos como los de Brasil en 2022 o Estados Unidos en 2020 demuestran cómo la narrativa del fraude puede erosionar la confianza en las instituciones democráticas.

La segunda es la polarización social y la violencia política. Los discursos de odio y la desinformación en plataformas digitales pueden incitar a enfrentamientos entre simpatizantes de diferentes tendencias. En Colombia las elecciones de 2022 estuvieron marcadas por una ola de ataques en redes sociales contra candidatos y votantes exacerbando la división del país.

La tercera es la manipulación del voto. El uso de bots, deep fakes y campañas de desinformación pueden inducir a los ciudadanos a tomar decisiones con base en mentiras. La falta de educación mediática y digital agrava este problema, permitiendo que informaciones sin fundamento se expandan sin control.

FUENTE: COMERCIO

Por fausto

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