La jueza anticorrupción María Fernanda Castro Argos sobreseyó al sargento del Ejército, Segundo C., y a los militares, en servicio pasivo, Leonel J. y Jairo A., pese a que la Fiscalía presentó abundantes pruebas sobre su supuesta participación en delitos de lavado de dinero y asociación ilícita. En el juicio existen chats del celular de Segundo C., que indican que fue contratado por operadores de la mafia albanesa para identificar a los militares que en enero del 2024 ubicaron y capturaron 22 toneladas de cocaína en una hacienda en Los Ríos. El plan habría sido infiltrar a la unidad de inteligencia y dar con el paradero de sus fuentes, para asesinarlas.
Pese a las abundantes pruebas en su contra, que apuntan a su relación con la mafia albanesa, la jueza anticorrupción, María Fernanda Castro Argos, sobreseyó al sargento del Ejército, Segundo C., y a los militares en servicio pasivo Leonel J. y Jairo A., procesados por lavado de dinero y asociación ilícita.
La decisión de la jueza, que ha causado una gran preocupación en las Fuerzas Armadas y el Gobierno, fue inmediatamente apelada por la Fiscalía durante la audiencia oral preparatorio de juicio celebrada en el complejo judicial en Quito, el viernes 25 de enero pasado.
Este proceso ha estado marcado por dilaciones y demoras desde cuando empezó, en marzo del año pasado. La audiencia de juzgamiento se celebró diez meses después por continuos diferimientos avalados por la jueza Castro. Por este motivo la causa estuvo a punto de extinguirse.
La captura de los uniformados
Los tres militares fueron capturados el jueves 1 de marzo pasado, por la Policía en un restaurante de KFC, cerca al parque El Ejido, en el centro norte de Quito, en una operación coordinada con Inteligencia militar. Cuando fueron capturados, los uniformados no pudieron justificar el origen de 100 mil dólares, con los cuales querían sobornar a agentes de Inteligencia para recabar información sobre el operativo que en enero decomisó 22 toneladas de cocaína en Los Ríos, por un requerimiento de operadores de la mafia albanesa, según consta en el proceso judicial.
En su defensa, los procesados dijeron que habían llegado a Quito desde Los Ríos con ese dinero para comprar un camión. Sobre el origen del dinero indicaron que los obtuvieron a través de préstamos y con la venta de un automóvil. Los montos que proporcionaron no coincidían, tampoco tenían respaldos documentales que corroboren sus versiones, según la Fiscalía.
Entonces, la jueza ordenó la prisión preventiva de los dos exmilitares y concedió medidas sustitutivas a favor de Segundo C., quien fue liberado y se ha presentado periódicamente al juzgado, con prohibición de abandonar el país.
Informes y documentos adjuntados al proceso y revisados por Código Vidrio indican que en realidad todo el dinero pertenecía al sargento Segundo C. Según chats encontrados en su celular, él había sido reclutado por un representante de la mafia Albanesa, que le pagó 300 mil dólares para que ubicara a la fuente que dio información a unidades de Inteligencia del Ejército, lo que permitió la incautación de las 22 toneladas de cocaína.
El alijo fue descubierto cuando los militares que realizaban el operativo en la hacienda buscaban armas y explosivos. Durante la búsqueda llegaron a una bodega subterránea de cemento, ubicada debajo de una chanchera. En el lugar descubrieron un pasillo de 20 metros de largo, aproximadamente, que los condujo hasta pequeños cuartos, cada uno tenía 8 metros de largo, 6 metros de ancho y 2 de altura. En esas habitaciones los militares descubrieron 500 sacos de yute. Cada uno contenía alrededor de 30 paquetes, tipo ladrillo, de cocaína, que estaban envueltos con cinta aislante. Algunos de los bloques tenían sellos con las siglas de dos aerolíneas europeas.
La droga, valorada en más de 300 millones de dólares en el mercado internacional, fue trasladada hasta Quevedo para su pesaje y luego fue destruida. Las 22 toneladas de cocaína fueron transportadas hasta la bodega subterránea por la banda de Los Lobos, según investigadores con conocimiento del caso. Otra –Los Choneros– se encargó de custodiar la droga, mientras que una tercera –Los Lagartos– se suponía que la introduciría de contrabando en el puerto. Por último, Los Chone Killers, se encargaría de que saliera oculta en un buque portacontenedores designado.
Tras la captura de la droga, los albaneses, a través de uno de sus intermediarios, contactaron al sargento Segundo C. V., para que consiguiera información sobre los uniformados que participaron en el operativo. Su objetivo era ubicarlos, en especial a quien dirigió la operación de inteligencia desde una unidad especial.
Tras la incautación del mayor cargamento de droga se abrieron tres procesos judiciales. Dos para investigar quienes eran los dueños de la droga, que empezaron inmediatamente, y el de lavado y asociación ilícita.
En el Ejército el sargento de Inteligencia fue dado de baja, en septiembre pasado, pero volvió a ser detenido por robo de combustibles en diciembre pasado.
El sargento contacta a sus compañeros
Pocas semanas después de la captura de la droga, en enero de 2024, Segundo C. empezó a contactar a otros militares de Inteligencia, integrantes de la unidad militar que accedió a la información del sitio donde se encontraba la cocaína, para intentar acceder a la información.
En febrero, durante varios días, llamó insistentemente a un militar en Quito para ofrecerle un pago por la información precisa de la fuente, su identidad y fotografía; y así poder identificar a todo el equipo militar y policial que participó en el operativo, para que sean ubicados y, de ser el caso, asesinados.
En los informes del caso hay chats y un video en el cual el militar le envía al uniformado un video donde muestra los fajos de billetes de 100 dólares que había recibido como pago.
El 24 de febrero el sargento llamó nuevamente al militar y le comentó que la mafia albanesa lo había contactado a través de un amigo para que ubicara datos del informante.
En ese diálogo le dijo que las 22 toneladas incautadas eran de los albaneses, pero que de todas formas era una bodega pequeña. Y que tenían otra bodega más grande, con 70 toneladas de coca encaletadas, que temían que podría ser localizada por los uniformados con información de la misma fuente. Por eso quería localizar al informante lo antes posible para que luego fuera ejecutado.
En los diálogos, Segundo C. menciona que entre los “duros” de esa organización no hay ningún cabecilla de Los Lobos o Los Choneros: “son de arriba, de los albaneses”. “Los manes tienen miedo de que les caigan a la bodega más grande”.
Relata que algunos de los responsables de la captura de las 22 toneladas ya han pagado piso, pero que ahora buscan al “efectivo”, por lo cual pide consejo sobre la cifra que deberían pedirle al “man”.
Mensajes del celular de Segundo C. con exmilitar
–(Segundo C.) «C»: Claro ya van algunos, pero quieren ahora si al efectivo, al propio quieren los manes o cuanto crees tú para ponerle la cifra así al man.
–(Y.J.) «Y»: Pero haber ahí necesitas tu saber que, que pinta el man con la organización.
–«C»: Ya verás escúchame, el duro de los duros de la organización no es ningún lobo no es ningún chonero, el duro duro es el de arriba de los Albaneses, verdad. Ya ahora que es lo que pasa que esa bodeguita de ahí ha sido la bodeguita pequeñita v los manes tienen miedo que les caigan a la bodega más grande, de 70 toneladas que tienen guardada, ya el man”.
El sargento Segundo. C. también indicó en los mensajes que a él no lo contactaron directamente los albaneses.
-“A mí no me contacta ningún Albanés. El albanés contacta alguno de sus perros, ese perro ubica a otro perro y ese a otro y a otro pero a otro perro y ese otro perro a otro perro y ese perro a un man conocido y ese conocido a un man de inteligencia pasivo y ese pasivo a otro pasivo y ese pasivo llega donde mí”.
–«Y»: jajaja hablas vergas, pero voz mismo tas viendo que hay mucho hilo hno ahí y en es vaina no se camella así pues.
–«C”: Es que yo no me voy arriesgar tampoco a darles la cara a esos hptas, yo jamás en mi puta vida voy a dar la cara. Antes hpta yo lo único. Lo que podemos hacer bodi es decir en esta casa vive, ésta es la foto del man, pero antes, pero deme primero la plata, haber deme primero la plata!!, y yo a quienes les daría trabajo son a los intermediarios son los de inteligencia pasiva que están metidos en ésta vuelta, a vengan para acá los dos, aquí está la ubicación, aquí está la foto, pero eso me gustaría hablar contigo personalmente bodi no se ésta es nuestra oportunidad hpta para salir del cero y pagar poquito a poquito las deudas que tenemos solamente quedaríamos entre tú y yo por la confianza que te tengo si bodi a noche vino el man aquí al cuartel que yo estuve de guardia dice mire bodi aquí está la plata tome me dice no le digo yo no voy a coger ni un centavo hasta cuando yo este prácticamente claro de la situación porque ese trabajo no es mío le digo ese trabajo es de otros lados de por allá del oriente vinieron a camellar esta vuelta aaa me dice el man ponte pilas me dice los manes también se están ganando un billete
–«C»: Claro es que de ley los manes deben ir picando picando toda esa red que esta por ahí armándose esos manes pica y pica no es por las huevas que están haciendo eso.
–«C’: Por eso es que nosotros somos, o sea mi persona con tu persona, seríamos los claves, yo no quiero trescientos yo quiero cuatrocientos por ejemplo, me entiendes. Yo no quiero cuatrocientos, tú me vas a decir quiero quinientos, un ejemplo no más te pongo, por un ejemplo, ya debe ser una cifra en el cual podamos ir sacando poquito a poquito, si me entiende, pero son puro billete de a 100 yo los vi bodi Así puta por la vida de mis hijos por las ánimas de mi madre yo vi la plata bodi, y no le tomé la foto…”.
FUENTE: VISTAZO