«Ni un milímetro del Tour 2025 discurrirá fuera de Francia», asegura el director de la carrera, Christian Prudhomme, en el anuncio del recorrido de la próxima edición, que huye del llano, se aferra a la media montaña y reduce los ‘sprints’, además de rendir homenaje a los grandes campeones galos.
Después de tres ediciones de inicio fuera de sus fronteras, Copenhague, Bilbao y Florencia, y un año antes de que comience en Barcelona, el Tour ha querido asentar sus bases en Francia, por primera vez desde 2020.
La próxima edición tendrá la salida en Lille el 5 de julio y la meta en los Campos Elíseos el 27, medio siglo después de la primera vez que la avenida sirviera de decorado al podio final y tras el «exilio» del año pasado a Niza para dejar paso a los Juegos Olímpicos.
Entre medias, 3.320 kilómetros, algo menos de la media, seis etapas de media montaña, cinco en alto, con travesía del Macizo Central, Pirineos y Alpes, dos contrarrelojes, una de altitud en Peyragudes, y multitud de pequeñas cotas diseminadas a lo largo del recorrido para evitar el tedio del llano.
«No es que no queramos que ganen los ‘sprinters’, pero queremos que sus equipos se lo trabajen, que las etapas no estén escritas por adelantado», explica Prudhomme, atenazado por el aburrimiento de varias jornadas de la última edición.
Sus equipos han buscado «la más mínima cota que hay sobre la geografía francesa» para dar picante a la travesía del país, desde el norte al noroeste, Bretaña y Normandía, para dirigirse luego al centro, bajar a Pirineos y poner rumbo a los Alpes.
«Falsa sensación de llano»
Una «falsa sensación de llano», que describe el patrón del Tour, con «trampas» en Boulogne desde la segunda jornada, o Ruán en la cuarta, una crono llana de 33 kilómetros en la quinta en Caen, finales escarpados los dos días siguientes en Normandía y en el ya clásico Muro de Bretaña, y la cita con el Mont-Doré, culminación de hasta siete cotas valederas para el premio de la montaña.
De camino, rendirán homenaje a Jacques Anquetil con una meta en Ruán, donde vivía y donde murió en 198,; la travesía de Yffiniac, donde nació Bernard Hinault o un inicio de etapa en Saint-Méen-le-Grand, donde vio la luz Louison Bobet, el primer ciclista en ganar tres Tour, del que se cumplirá el año próximo el centenario de su nacimiento.
Tras el descanso en Toulouse, una nueva jornada accidentada dejará al pelotón en Pirineos, con un primer final en Hautacam, con sus 13,6 kilómetros al 7,8 % tras haber ascendido el Soulor y el Bordéres.
Seguirá la cronoescalada al altipuerto de Peyragudes, 11 kilómetros de jornada, de los que 8 son de ascenso al 7,9 %, con el terrible final al 16 %.
Y de postre la llegada a Superbagnères, que el Tour no ascendía desde 1989, cuando Pedro Delgado se reenganchó a la general en una edición que comenzó con el retraso acumulado en Luxemburgo, y que será esta vez el punto culminante de un día con ascensos al Tourmalet, el Aspin y Peyresourde.
La transición hacia los Alpes, con un segundo reposo en Montpellier, pasará por el Mont Ventoux, de nuevo meta de una jornada por vez primera desde 2013, después de que en 2016 el fuerte viendo en la cumbre obligara a recortar el trayecto en una edición marcada por la alta afluencia de público que provocó caídas, incluida la del británico Chris Froome que con el maillot amarillo no dudó en lanzarse a la carrera pedestre en busca de la cima.
Vendrán después tres jornadas alpinas con dos finales en alto, empezando por el ya mítico Col de la Lòze, calificado por Prudhomme como «una cima del siglo XXI», que se ascenderá por tercera vez desde su ‘descubrimiento’ en 2020, pero en esta ocasión por la otra vertiente, «igual de irregular, igual de dura, pero algo más corta», 26,2 kilómetros al 6,5 % de desnivel, tras haber ascendido el Glandon y la Madeleine.
La alta montaña se despedirá en la etapa 19, dos días antes de la llegada a los Campos Elíseos, con una meta en La Plagne y sus 19,1 kilómetros al 7,2 % de desnivel, que la carrera no visitaba desde la victoria de Lance Armstrong en 2002 y donde tienen también grabado su nombre Delgado, en 1987, y Miguel Indurain en 1995.
Una etapa de media montaña con final en Pontarlier, un último guiño a los «aventureros de la carrera», llevará al pelotón hasta el paseo triunfal del ganador por los Campos Elíseos. Otro guiño a un campeón galo, Bernard Thevenet, el primero en ganar en esa meta hace 50 años.
FUENTE: ECUAVISA